El
hombre declara la Guerra a la Erosión
Durante
largo tiempo se consideró la erosión como una demostración de cólera de los
Dioses del Viento y de la Lluvia. Luego se hicieron los primeros intentos para
defender el don divino de la fertilidad del suelo contra la erosión. En China,
en Egipto y en el Líbano, por ejemplo, se abrieron los surcos de labranza de acuerdo con las cotas de altitud del
terreno, o bien se levantaron muros para desviar
el viento. Entre estos métodos de defensa contra la erosión se cuentan también
las cubriciones con paja o esteras de juncos y la regulación artificial del
agua. Estos procedimientos se aplican todavía hoy con frecuencia, a pesar que
no ofrecen una protección duradera y segura contra los peligros del
desgaste del suelo.
En
nuestro siglo, la química se ha hecho cargo de este problema, intentando la
consolidación del suelo con aceites, residuos de refinería, betún y, más
recientemente, con espuma de plástico. Sin embargo, considerando su grado de
eficacia, casi todos estos medios requieren un trabajo tan considerable que los
hace poco rentables. En muchos casos resultaron inadecuados para la conservación
o restablecimiento de la fertilidad de la tierra. Hasta ahora sólo han
resultado eficaces las medidas a largo plazo, careciéndose de procedimientos
económicos que procuren una rápida ayuda.
La
investigación química ha buscado nuevos y mejores productos y procedimientos,
habiendo hallado en GeoLock un método completamente nuevo para combatir la
erosión, consolidar el suelo y recubrir de vegetación las superficies.